sábado, 31 de marzo de 2007

In Ictu Oculi



Aunque el título nos recuerde y remita a la magnífica obra de Juan de Valdés Leal, no es ese el motivo de este post, ya que dicha obra merece por si sola una entrada reservada.


In Ictu Oculi significa "En un abrir y cerrar de ojos", y es así como ha pasado la Cuaresma de esta Semana Santa de 2007 que se abalanza sobre nosotros. Hoy, Sábado Pasión, se consuman del todo esas vísperas de 2007 que ya solo son recuerdos de lo que está por llegar.

Todo está dispuesto para que comience la Semana Grande de Sevilla: cirios en sus pasos, azahar en los árboles, programas en los hogares, faldones puestos, plata bruñida, palcos preparados, hoteles completos, cera rizada, túnicas en hogares, cinturones de esparto, sillas de eneas, torrijas en Campana, capirotes nuevos, Giralda preparada y Catedral engalanada.


Atrás quedan ya esas imágenes cuaresmales donde la plata se comenzaba a limpiar incluso antes del Miércoles de Ceniza, donde pasos de mudá cruzaban las calles en nocturnidad, aparecían 'bultos' de lona en rincones de iglesias y los cirios se comenzaban a clasificar tras parihuelas desnudas. Aquí os dejo unas imágenes de esas vísperas de 2007 que ya se han ido:



Os deseo, de todo corazón, una Feliz Semana Santa 2007

domingo, 25 de marzo de 2007

'El del transistor', nazarenos y fútbol

Muy poco queda para que Sevilla se levante en día de palmas y ramas de olivo, para que el embriagador aroma de azahar e incienso sea su perfume. Poco queda para ver estampas que se repiten todos los años, pero de manera distinta. Sevilla posee detalles y aspectos que se pueden descubrir cualquier día de Semana Santa y que no faltan a su cita anual con la ciudad, como la bulla, rápida de hacer y deshacer, el puesto con ‘gomitas’ y garrapiñadas, ese toque dulce que inunda el ambiente, la mujer con el carrito que quiere cruzar, -¡¡señora dónde va!!-, el hombre de los globos, y entre otros, que la lista es muy larga, ‘el del transistor’ (palabra rancia) y el fútbol.
¿Van unidos los dos últimos detalles?, no tiene por qué. Es normal que el Domingo de Ramos, nazarenos y fútbol vayan unidos por ‘el del transistor’, y es que en Sevilla hay dos “cofradías” que tiran mucho, la verdiblanca y la rojiblanca. Obsérvese la siguiente imagen:



Se trata de una fotografía realizada por Emilio Morenatti en 1997, extraída de la “Guía apasionada de la Semana Santa”, cuyo autor es don Antonio Burgos. El texto que acompaña a dicha imagen incluye este fragmento: “Esta foto huele a incienso y a garrapiñadas y tiene el sonido de ese niño nazareno del primer tramo de Cristo que siempre el Domingo de Ramos nos pregunta: ‘¿Cómo va el Betis?’”. En la fotografía aparecen los nazarenos de la Sagrada Cena al fondo, y en un primer plano un globo con forma del escudo del Real Betis y en el centro, Alfonsito; ése que tan buenas tardes nos ha dado en el Benito Villamarín. Nazarenos y fútbol unidos el Domingo de Palmas por ‘el del transistor’, que ese día no sólo escucha el Llamador de Canal Sur, y se convierte en una fuente informativa ambulante para todos aquellos que carecen del codiciado aparato.

Este año, como todos los años, de nuevo volverá ese ‘triángulo amoroso’: nazarenos-‘el del transistor’-fútbol, sin embargo, no sólo lo hará el Domingo de Ramos, también lo hará el Jueves Santo, el mismo día en el que el tiempo se para en Sevilla para recibir la noche más esperada por los sevillanos: la Madrugá. El ilustre Michel Platini, fue conocido en sus tiempos como un jugador muy completo, elegante con el balón y muy habilidoso, y actualmente ha demostrado estos días cómo esa capacidad de quiebro y regate no ha caído en el olvido. Ante la petición del Sevilla F.C. de cambiar el día del partido, el ex-jugador francés y ahora presidente de la UEFA, consiguió ‘torear’ la petición sevillista para luego endosarle un remate por la escuadra y dejar el partido el Jueves Santo. No se cerraba en banda en cuanto a la posible negociación del horario, pero cuando parecía que tiraba por el lado del cambio, amagaba en una extraordinaria finta francesa que dejaba el famoso partido en la hora fijada en un principio.


¿Consecuencias?, teóricamente nuestro querido Ayuntamiento no debe tener problemas para solucionar dicha papeleta, pero si tenemos en cuenta la magnífica gestión que se realiza desde el Consistorio, nos podemos encontrar una serie de resultados y efectos que derivarían de esta situación. Si hay algo que le gusta a los ingleses es el solito y la cerveza, y el lugar elegido suele ser, como norma general, los alrededores de la Catedral: calle Alemanes y Mateos Gago; si a eso le añadimos el gran número de aficionados que suelen desplazarse, con o sin entrada, tenemos un Jueves Santo cargado de 'hooligans' remojados en cebada compartiendo calles con mujeres de mantilla y nazarenos, situación que se puede complicar dependiendo del resultado del partido.

Espero que las únicas consecuencias que deje el encuentro europeo sean que ‘el del transistor’ tenga trabajo doble esta Semana Santa, y que los acalorados seguidores ingleses sean capaces de comportarse para comprender y disfrutar nuestra Semana más internacional. Son conjeturas y quizás me esté equivocando al juzgar a los seguidores del Hotspur, sin embargo, creo que el apagado astro francés debería haber cambiado el día. ¿Qué piensan del tema vuesas mercedes, aquellos que os acercáis para beber en este rincón?, ¿Creéis que los aficionados ingleses sabrán comportarse?, ¿Habéis visto alguna vez 'al del transistor'?, ¿Debería haber cambiado el partido el señor Platini?, ¿Está el Ayuntamiento preparado para esta situación?... aquí no os ofrezco zumo de cebada, tan solo agua para ese calor que ya empieza a caer sobre Sevilla.

lunes, 19 de marzo de 2007

Los 'champiñones' de Mayer


Hace pocos años, si preguntabas por el apellido Mayer en Sevilla la respuesta sonaba a salchicha. En la actualidad, aunque la salchicha siga predominando en la contestación general, se suma una cada vez más usual referencia a los champiñones. El de la salchicha, de toda la vida, ha sido Oscar, y el que ahora le hace sombra con sus champiñones, nunca mejor dicho, es Jürgen.

Jürgen Mayer es el creador del proyecto Metropol Parasol, destinado a ocupar lo que actualmente se conoce como Plaza de la Encarnación, donde ya se empiezan a vislumbrar los grandes falos que sostendrán la cubierta. El proyecto, como la mayoría de los sevillanos sabrán, consiste en una estructura ligera metálica de techumbre de treinta metros de altura, que dotará de sombra a la plaza y que contará con varios niveles. Debido a su diseño, comenzó a llamarse popularmente como “las setas”, nombre que la guasa sevillana se ha encargado de ir deformando para convertirlo en “los champiñones”.
Una vez más se tira del término ‘modernidad’ para justificar el radical cambio de una plaza tan sevillana como la Encarnación. La modernidad es algo que se debe convertir en un proceso evolutivo, y no estancarse en varios puntos detallados, que en ocasiones, como en este caso, se realiza en detrimento de un esquema y un sello propiamente sevillano, que será modificado en su totalidad. La Plaza de la Encarnación como hoy la conocemos, desaparecerá para siempre para dar paso a una estructura que en su diseño y forma no esta nada mal, de hecho, me parece un proyecto muy innovador y con una línea muy equilibrada, pero no destinado al centro histórico de Sevilla. No hace mucho, alguien me dijo sobre la famosa torre de César Pelli, que el lugar idóneo era precisamente donde se iba a realizar, ya que se encontraba lejos del casco histórico, y ello permitía una mejor adaptación al perfil sevillano, respetando el sello de identidad de nuestra ciudad. En este caso, sin embargo, no se puede decir lo mismo.


¿Qué opináis vosotros queridos amigos?, ¿cómo creéis que va a quedar la Iglesia de la Anunciación de Hernán Ruiz bajo el techo “ergonómico” de Mayer?, ¿qué aportan los champiñones a Sevilla?, ¿qué ocurrirá con la fuente?... los champiñones de Jürgen pretenden calmar el calor con su sombra, yo os ofrezco mi rincón para que saciéis vuestra sed.

lunes, 12 de marzo de 2007

"A que acaben de bajar de la Cruz a Aquel Divino Señor"


Este fin de semana me llamó un amigo para comentarme la llegada de unos conocidos suyos a Sevilla, los cuales tenían interés en conocer la Catedral. Me preguntó si quería acompañarlos, a lo que yo respondí afirmatívamente.

Al llegar a la Sacristía Mayor, me quedé ensimismado con la obra de El Descendimiento de la Cruz de Pedro de Campaña, uno de mis cuadros preferidos.

Pedro de Campaña realizó dos obras iguales, una que actualmente se encuentra en el Museo de Montpellier, fechada en 1545, encargada para la capilla sepulcral del jurado Luis Fernández, en la iglesia de Santa María de Gracia de Sevilla, y otra en 1547, para la capilla que D. Fernando de Jaén poseía en la iglesia de Santa Cruz de Sevilla, la cual se encontraba en la actual plaza de Santa Cruz, ya que fue derribada por los franceses cuando invadieron la ciudad, pasando la obra en 1814 a la Magna Hispalensis.
Una de las condiciones para realizar la segunda obra era que fuera tan buena o mejor que la que anteriormente había pintado para el jurado Luis Fernández.
Todo ello dio como resultado esta magnífica joya renacentista, capaz de atraer e introducir al espectador, de hacerle participe de ese dramatismo expresivo que rezuma de todos los rincones del lienzo. Tensión y patetismo que se ve plasmada en la escena, donde la Madre de Dios cae rendida ante el momento del Descendimiento, mientras contempla el cuerpo de Su Hijo, que yace rígido e inmóvil. A lo lejos paisaje con luz, en primer plano sombras que crean contrastes envolventes llenos de angustia y sentimiento, representados en esos rostros marianos que contemplan la dolorosa escena.
Contemplarla es abandonarse al olvido, mientras el tiempo se consume en una eterna espera que te hechiza y te atrapa en esa escena congelada.
Francisco Pacheco narra en su "Arte de la Pintura" que contamplarla a solas le producía 'pavor y miedo', y yo recuerdo a Don Enrique Valdivieso González, admirado y querido Catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla, cómo nos contaba en sus clases, con la expresividad que tanto le caracteriza, aquella anécdota que rememoraba Palomino sobre Murillo, que sintió una gran predilección por esta pintura, la cual iba a ver con frecuencia, y se pasaba las horas muertas mirándola con expectación en esa pequeña y oscura capilla donde se encontraba en la iglesia de Santa Cruz. Cuando el horario de cierre llegaba, el sacristán de la parroquia le preguntaba: "¿A qué estás esperando Bartolomé?", a lo que Murillo respondía: "A que acaben de bajar de la Cruz a Aquel Divino Señor".