lunes, 31 de diciembre de 2007

Carta de Nochevieja

Queridos Reyes Magos:

Como cada año me pongo en contacto con ustedes por mediación de mi tradicional carta, que espero Correos os haga llegar con la máxima celeridad posible. Acaban estos 365 días de este 2007, para unos, el año de su vida, para otros, uno de los peores, y para muchos, otro más. Para los cofrades, un año más con lluvia, para los feriantes, jornada plena de farolillos verdiblancos, para los veraneantes, frío atípico, para el otoño, calor atípico, para los béticos el año del Centenario del Real Betis, para los sevillistas el año de la consolidación en lo más alto. Se acaba este 2007 y vuelvo a escribiros mi carta en este 31 de diciembre, que supongo la recibiréis en camino hacia el portal de Belén de todos los niños, y los no tan niños, que os esperamos cargados de esperanzas para este nuevo ciclo que comienza hoy, cuando la abuela sonría y deje caer el jugo de las uvas por las comisuras de los labios, cuando a Juanito se le pongan colorados los cachetes y el aire comience a faltarle bajo la sonora bronca de su madre, cuando don Anselmo sonría y piense que queda un mes y seis días para que la ceniza de Cuaresma se reparta por todos los sevillanos. Esta noche es la noche de la ilusión. La noche de los nervios. La noche del rojo. La noche de la bola bajando. La noche de la sidra y la capa. La noche en la que la quinta es la primera. Pero también es la cuenta atrás para vuestra llegada. La cuenta atrás para la ilusión. Y es curioso, queridos Reyes, que cuando concluye una cuenta atrás, empieza otra para esos locos bajitos que nos apasionan, que nos enamoran con sus gestos, que nos contagian con sus sonrisas y que nos traen la esperanza y la alegría de todos los días. Hace poco Amanda, la hermana de una amiga mía, me dijo lo qué os había pedido: “Yo le he pedido a los Reyes la almohada de Doraemon, para que todos mis sueños se cumplan”, y es eso precisamente, queridos Melchor, Gaspar y Baltasar, lo que hacéis cada madrugada del 6 de enero, cuando llegáis desde el lejano Oriente, tierra de sabiduría, gloria, conocimiento, ciencia y razón antaño, para traer los sueños de todos nosotros.

Os pido, como cada año, que me traigáis salud, paz, cariño y amor, para mi familia y todos mis amigos, entre los que incluyo a todas las personas que me han acompañado en esta aventura del blog a lo largo de este año que muere hoy, y que admiro y les deseo lo mejor, totalmente agradecido por el cariño que me han demostrado. Este año además, quiero daros las gracias. Quiero agradeceros que uno de los deseos más complejos que os pedí se cumplieran, como fue que el equipo de mis amores se quedara en primera. Sin embargo, debo repetir mi deseo y espero que vuestra magia, y la de Chaparro, deje al equipo verdiblanco en la máxima categoría un año más. También os voy a pedir que intercedáis con vuestros poderes y, aparte de magos, como buenos astrólogos (que no astrónomos ni astronautas), dejéis ver el sol durante el día y las estrellas durante la noche, cuando los Dolores se dejen felicitar un Viernes, y que permanezca así hasta que la Aurora de Dubé de Luque, limpia de lágrimas, nos deje una Tristeza Necesaria para pasar la tarde en la que La Maestranza comenzará su temporada. El año pasado no pudo ser, y espero, de todo corazón, que este año el Cachorro expire en Sevilla y vuelva muerto de madrugada a Triana, que las Callejuelas suenen a la O y que el Astro Rey nos deje cercos de sudor todos los días y que las lágrimas de los cofrades sean de emoción al escuchar una saeta, al ver un izquierdo por delante o contemplar como el Señor de Sevilla vuelve a cruzar nuestras calles con su poderosa zancada. Dos cositas más y ya está. La primera, que los amigos Vicenteeldelasalmendras y Bogar se animen, como lo ha hecho Orfila, y se hagan un blog. Y la segunda. Cuando era más pequeño, queridos Reyes, sabéis que yo os pedía una sorpresa si lo veíais conveniente, por eso os pido que el día 6 me traigáis una sorpresa, y a ser posible, espero que sea en forma de victoria para el Real Betis.

Así pues, queridos Reyes Magos, concluyo esta carta que espero os llegue lo antes posible, aunque creo que os la mandaré por e-mail, pues así podréis leerla cuando hagáis un descanso en el camino esta noche para comeros las uvas, si encontráis un wi-fi. Espero que los sueños de todos los niños, como el de Amanda, se cumplan, y que este 2008 venga cargado de esperanza e ilusión.

Y vosotros, queridos amigos... ¿qué le pedís al 2008?, ¿y a los Reyes Magos?, ¿os ponéis algo rojo esta noche?, ¿uvas completas o peladas y sin pipas?, ¿de frutería o de bote?, ¿en la Puerta del Sol o en una ciudad de Andalucía? ...os dejo un vídeo que explica las campanas de esta noche, para que no os confundáis con los cuartos.


Vuestro amigo Ramsés os desea, de todo corazón, un Feliz y Próspero año 2008.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Secundarios Protagonistas: la Magdalena de la Hiniesta


Juanito se metió un mantecado de limón entero en su boca. El susto de la reprimenda de su madre casi le ahoga. Con las lágrimas saltadas por el esfuerzo al respirar y la congoja de verse sin aire, todo ello agravado por la sonora bronca de su madre, Juanito degustaba el postre del día de Navidad. Tenía ocho años y la barriga a punto de estallar. Recostado sobre el sofá de casa de su abuela, se limpiaba con la manga de su camiseta la boca llena de migas y restos de alfajor. Había comido hasta más no poder. La sobremesa tenía olores a café recién hecho, mantecados consumidos y pastelillos a punto de ser devorados. La abuela movía parsimoniosamente el café mientras escuchaba a uno de sus hijos contar las anécdotas de años pasados. Todos sonreían. Pero Juanito estaba lejos de allí. No físicamente, pero quizás sí en su cabeza. Le gustaba mucho la Navidad, pero aún disfrutando de esas fiestas, no podía dejar de pensar en otra que le apasionaba. Sus primos jugaban a una consola nueva entre gritos y risas, mientras él divagaba entre las páginas del libro que tenía entre manos. Un sonoro sorbo al café le hizo levantar la cabeza hacia su abuela, que degustaba el oscuro brebaje edulcorado con unos toques de sacarina. Volvió a bajar la mirada y a sumergirse en las imágenes de su preciado tesoro. Su tía Carmela recibió un mensaje en el móvil. El tono sonaba como un villancico, pero Juanito no hizo caso, pues en su cabeza se podía escuchar la Agrupación Musical Santa María Magdalena del Arahal. Entre sus manos un libro de imágenes de la Semana Santa de Sevilla abierto por el Crucificado que ha expirado en San Julián y es contemplado por María Magdalena. Pasó la página y buscó la reseña histórico-artística que tantas veces había leído: “Crucificado en madera policromada de tamaño natural, ya muerto y con la cabeza caída, coronado de espinas, tórax acusando las costillas, paño de pureza y tres clavos. Es obra de Antonio Castillo Lastrucci (1882-1967), realizado en 1938. Su coste fue de 3500 pesetas. Mide 1’76 metros. A los pies del Cristo aparece una imagen de la Magdalena orante, toda de talla, policromada y estofada, igualmente de Castillo, de 1944. Mide 1’12 metros”. Volvió la página y se acercó para contemplar el rostro de aquella mujer que miraba al Hijo de Dios.

- Papá, ¿por qué el Cristo de la Hiniesta lleva música? – su padre dejó la taza de café sobre la mesa y se volvió para mirar a su hijo, intentando ubicar la pregunta.
- ¿El paso de Cristo de la Hiniesta...?, lleva música porque... siempre ha llevado música, ¿por qué me lo preguntas?, ¿te gustaría más que fuera en silencio? – escuchó las preguntas de su padre de lejos, pues Juanito se había perdido en aquella mirada de angustia de María Magdalena. Se había perdido en aquellas dos bellísimas lágrimas que descendían por las mejillas de esa mujer que tanto había querido a Jesús, y que ahora se arrodillaba ante Su muerte. Su rostro compungido destilaba dolor y angustia, miedo y terror al ver la pérdida de un ser querido. La mano izquierda reposaba sobre su pecho, donde mil cuchillos atravesaban su corazón, que parecía contraerse en convulsiones de ahogo, tormento y agonía, y la otra se abría en un abrazo transparente, para ofrecerle a su Maestro todo el amor que en ella había a modo de socorro y auxilio para el Mismo que la ayudó cuando iba a morir. Y su boca entreabierta... hablando.
- No – respondió Juanito – pero es que con la música no se escucha lo que María Magdalena está diciéndole al Señor.


Su precio ascendió a 7000 pesetas, a cuenta se entregó 2000. En opinión de don Juan Miguel González y de don José Roda Peña, se trata del mejor personaje secundario de la Pasión tallado por don Antonio Castillo Lastrucci.

¿Qué opinan vuesas mercedes?, ¿creéis que la Magdalena de la Hiniesta es una secundaria protagonista?, ¿se ahogaba Juanito o fue culpa de su madre?, ¿estáis de acuerdo con don Juan Miguel González y don José Roda Peña?, ¿debería ir el Santísimo Cristo de la Buena Muerte en silencio?

sábado, 22 de diciembre de 2007

Felicitación cual torrija sin vino o miel


Con la cantinela rítmica y llena de esperanza de los niños de San Ildefonso de fondo, escribo esta felicitación de Navidad para vuesas mercedes. Empiezo a reflexionar y a pensar qué os puedo decir, pero hete aquí, que la sorpresa me asalta y compruebo que la originalidad ha desaparecido de mi mente, pues en su lugar, una canción suena a lo lejos, casi un eco de palabras melódicas que se suceden en una entonación familiar. ¿'Adestos Fideles'? No. Miro la pantalla del ordenador, que reza en blanco esperando que arañe palabras transcritas de mi mente al teclado. Pero nada. Sigo escuchando esa melodía a lo lejos. Muy familiar. Hago un esfuerzo para intentar pillar esa musiquilla. Los niños de San Ildefonso lo ponen difícil. Cuando casi la tenía cantan el quinto premio. Pasa el jolgorio. De nuevo la rutina. “2735 – 1000 euros”. Papel en blanco. De fondo, dentro de mi cabeza, vuelve a sonar. Concentración. ¿'Ay del Chiquirritín'? No. No es un villancico. Será mejor olvidarlo y escribir algunas palabras para esta entrada a modo de Felicitación de Navidad. Vamos a ver: “Espero que paséis una Feliz Nochebuena y que la Navidad os traiga todos vuestros deseos”. Yo creo que ha quedado bien. Resume lo que siento... aunque queda muy insípida. Casi podría parecer una torrija sin vino o sin miel. Una torrija de saldo. Está carente de algo. Cambio de niños en la pedrea. Dos nuevas parejas traen esperanza. Aún no ha salido el Gordo. La pantalla ya no está en blanco, pero muestra dos paupérrimas líneas. Pienso acompañar la entrada con un cuadro. Don Bartolomé. Sí. Ese cuadro me encanta. “La Sagrada Familia del Pajarito”. Derrocha ternura y cariño. Amabilidad, tan característica de Murillo y de este tiempo. Amor, paz, cariño. Qué pena que solo tengamos un par de semanas para ser buenos, con lo largo que es el año. Quizás ponga una Sagrada Familia a mediados de julio. Pero ahora toca la de Murillo. La tengo en la cabeza ahora mismo. Un toque tenebrista recorre la obra. Iluminación contrastada. Luz para los personajes y sombras en su espalda. Pero lo mejor es el ambiente. Quería poner ese cuadro por la cotidianeidad que se respira. El ambiente familiar. Un hogar de clase humilde, donde María, José y el Niño son personajes profundamente humanos, ocupados en labores hogareñas y familiares que interrumpen para jugar con Jesús, con una naturalidad que sensibiliza a todo aquel que contemple la genialidad de Murillo. El Niño juega con un pajarillo llamando la atención de un perrillo, mientras San José lo tiene en su regazo y la Virgen María interrumpe su tarea de devanar lana para contemplar la escena. “55469 – 1.000.000 de euros”. El segundo premio hace enloquecer a los niños que dan el premio y a la gente que está en el salón. A mí me saca de mis ensimismamiento. Ya lo tenía pensado. Don Bartolomé Esteban Murillo sería el encargado de encabezar mi entrada. Escasa entrada, tan solo dos míseras líneas de felicitación. Y es que parece que hoy no es mi día. De nuevo la música. Esta vez me concentro. Intento hacer memoria y acercarme a esa melodía. Ya escucho la letra y no me lo puedo creer. Sonrío al comprobar que no es ninguna canción navideña. Es don Joaquín Sabina cantando con la letra de don Joan Manuel Serrat:

Miré por la ventana
Y me fugué
Con una niña que iba en bicicleta
Me distrajo un vecino
Que también..
No hacía más que rascarse la bragueta
No hago otra cosa que pensar en ti
Y nada me gusta más que hacer canciones
Pero hoy las musas han pasado de mí
Andarán de vacaciones
No hago otra cosa que pensar en ti
Pero los versos huyen de mis manos
Y es que las musas han pasado de mí
Se habrán ido con el Nano

Así estaba cuando llegó el octavo alambre. Los niños de San Ildefonso seguían su ritmo hasta que saltó el Gordo: “¡¡6381 – 3.000.000 euros!!”. Se desata la locura. La esperanza se derrama por toda España. Crece el nerviosismo. Gritos de felicidad. Lista de localidades. Ciudades afortunadas. Familias que este año gozarán de unas inmejorables Navidades. Me levanto de mi silla y compruebo mi billete. “Sigo siendo igual de rico que siempre”. Aún queda el quinto premio. Me vuelvo a sentar frente al ordenador con el Gordo en la cabeza y la fecha de hoy: 22 de diciembre. 759 años de la entrada del Rey Fernando III en Sevilla tras haber sido conquistada el 23 de noviembre. Abandono la efeméride para resignarme con mi situación y terminar admitiendo que “las musas han pasao de mi” y que “se habrán ido con el Nano”. Finalmente decido poner esa pésima felicitación de Navidad.

Y es una pena, porque lo que a mí me hubiera gustado escribir es que este humilde aguaó se llama Ramsés, que se siente muy querido por todos sus lectores, y que les agradece de todo corazón su apoyo y su cariño, y que les desea que estas fechas lleguen cargadas de felicidad y amor. Pero las musas han querido que mi felicitación sea más insulsa y quede resumida a un escueto “Espero que paséis una Feliz Nochebuena y que la Navidad os traiga todos vuestros deseos”... qué le vamos a hacer... se habrán ido con el Nano.

Un fuerte abrazo para todos y Felices Fiestas de vuestro amigo Ramsés.

martes, 18 de diciembre de 2007

Don Anselmo y la maldición


Se atusó el bigote y se acarició la barba. El Lorenzo había salido radiante ese día y don Anselmo disfrutaba del aire de la mañana. Ya había comido calentitos en el Postigo, donde Juana se luce todos los días, que para algo el Arco del Aceite es como su casa y su vecina la Pura y Limpia, aunque don Anselmo sabe que se sale cuando la noche es eterna y se convierte en Madrugá en Sevilla. Caminaba altivo y contento allí donde se unen las murallas del Alcázar con la historia de la Lonja y la antigua parada de autobuses en la esquina de la Catedral. Paseaba su barriga en cuarto creciente, que se acercaba cada vez más a la de parasceve, y es que a don Anselmo no solo le gustaban los calentitos de doña Juana, también los mantecados de chocolate, que para algo tenía el carné de rancio. Este año tendría que cambiar las correíllas del cinturón de esparto.

Con el izquierdo por delante encaminó su paso hacia la Giralda. Qué bella estaba esa mañana. A don Anselmo le encantaba pasear por los alrededores de la Catedral y contemplar la esbeltez delicada del minarete musulmán, perfectamente armonizada con el campanario cristiano. Pensaba que la combinación había sido tan extraordinaria como la fina capa de azúcar glasé que baña a un petisú por encima. Y el petisú relleno de crema estaba muy bueno, que don Anselmo lo sabía bien, pues se encargaba de no olvidar su sabor cada vez que pasaba por la puerta de la Campana. Cuando templaba el paso deleitándose con la radiante mañana los calentitos de Juana aparecieron ardientes por su garganta. Demasiado aceite en el Postigo del mismo, o tal vez el azote disimulado del aliño de adobo del cazón de anoche. Don Anselmo no se arriesgaba, que para eso tenía siempre en el bolsillo de su chaqueta una tabletita de Almax. Sacó una pastilla y se la puso en la boca con la esperanza de que la batalla se decantara a favor de la efervescencia que comenzaba a hacer efecto. Reanudó su marcha hacia la Giralda. Radiante. Tanto la Torris Fortissima como él mismo. Fue entonces cuando vio emerger una figura. Don Anselmo estaba dentro de su plenitud matutina y no había visto aquellas dos personas que se emparejaban en la esquina de la Magna Hispalensis. Tampoco había visto como habían cruzado unas palabras y una de ellas abandonaba su posición. Fue entonces cuando don Anselmo se percató. Venía hacia él a paso de mudá, la mirada de ella clavada en su persona, o quizás en su barriga, el delantal agarrado con alfileres y descosido por los bajos, lleno de lamparones, abrazaba una redondez curtida en los mejores tanques de salmuera, le seguía un mantoncillo graciosamente recogido, andando con un vaivén oscilante que le recordaba a su vecina, la Paquita, tal vez por la misma constitución. Con una sonrisa de oreja a oreja dejó ver un teclado a caballo entre la miseria y la opulencia, pues tres espacios vacíos mostraban la ausencia de habitantes, colindando con dos piezas que reflejaban el brillo dorado del oro. Cual si fuera un salteador de caminos, la gitana se encajó frente a frente, romero en mano, como si portara un rifle, y obstaculizando el izquierdo por delante de don Anselmo.

-Toma un romerito guapetón – A don Anselmo se le cambió la cara. Los ojos desorbitados y una mueca en su boca resumían la desesperación y sorpresa que le angustiaba – No habráh venío a Sevilla pa no cogé romero ¿no?, “er que pasa por el romero y no coge de él, ni sabe lo que son amore ni sabe lo que e queré”. Don Anselmo dio un paso atrás y negó con la cabeza. En su mente bullían las dudas y le asaltaban las preguntas. ¿Cómo lo había confundido con un turista?. No podía ser. Él, que lo único por lo que conocía el pan Bimbo era por ser la base de las torrijas, que sacaba su papeleta de sitio todos los años, que comía calentitos en lo de Juana y mantecados de chocolate, el mismo que degusta bacalao los viernes de cuaresma y quema incienso en su casa, que cuando llega Navidad pone el Nacimiento y se perfuma con azahar en vísperas.
-¡Señora que yo soy d’aquí!, ¡que yo prefiero el romero con Curro delante! – contestó indignado don Anselmo mientras esquivaba a la gitana con un cruce de piernas saliendo al exterior como antaño hubiera hecho Joaquín por la banda derecha.
-Será esaborío er tío... ¡Así te sarga un cardo borriquero en er sobaco! – espetó la salteadora calé mientras don Anselmo apremiaba el paso para pedir la venia de la cordura a buena hora. Su cabeza le daba vueltas. Tenía miedo. La gitana le había soltado una maldición clara y sonora, pero eso no le preocupaba. Si le salía un cardo borriquero o una tagarnina en el sobaco se la arrancaría y la cocinaría para una sopa o un caldito. A don Anselmo le preocupaba que le hubieran confundido con un turista, cuando lo más lejos que iba era a Chipiona y en agosto. Mirando de soslayo a la Giralda emprendió una chicotá hasta el Rinconcillo, donde se endosaría un vinito (o dos) para recuperar esa confianza perdida.


En mi entrada “Las letras rojas”, muchos de vosotros le dedicasteis cariñosas palabras al creador del virus, muchas de ellas me recordaron a maldiciones gitanas. El amigo Canónigo Alberico le deseó que “ojalá le entren los albañiles en su casa y se queden seis meses, mínimo”, nuestro querido Bogar le daba una recomendación, “al del virus que le entren ‘caguetas’ y se tenga que tomar el Tanaget con mangueras”. El amigo Vicenteeldelasalmendras aportó la maldición y el escenario: “Al del virus sólo decirle lo que le dijo una vez una gitana en la feria a un amigo mío cuando no quiso comprarle una flor: a ver si te salen almorranas”. Nuestro querido Tato aportó la suya, que escuchó una vez a una gitana: “Ojalá te entre un dolor de barriga que mientras menos corras más te duela y si te paras, revientas”.

¿Os han echado alguna vez una maldición gitana como a don Anselmo?, ¿cuáles son las más estrambóticas que habéis escuchado?, ¿le saldrá a don Anselmo un cardo borriquero en el sobaco?, ¿cómo sería vuestra maldición gitana?, ¿os han ofrecido romero alguna vez en las inmediaciones de la Catedral?, ¿habéis comido calentitos en lo de Juana? ...entrad y echaos un trago de agua, que el vino se lo ha pimpado don Anselmo.

sábado, 15 de diciembre de 2007

Lo más duro...

Lo más duro no ha sido encontrarme con un chasis.
Lo más duro no ha sido tener que recomponer todo lo que tenía en el ordenador.
Lo más duro no ha sido perder información y documentos que no pude salvar.
Lo más duro no ha sido perder fotografías de recuerdos y momentos.

Lo más duro ha sido estar casi una semana acordándome de vuesas mercedes queridos amigos, y no poder dejaros comentarios, no poder aportar mi granito de arena y esperar... la gran espera.

Os he echado de menos.



Coldplay
- "Warning Sign"


Gracias por vuestro apoyo. El virus ha sido eliminado.

lunes, 10 de diciembre de 2007

Las letras rojas

De pronto aparece. Crees que puedes solucionarlo. Al fin y al cabo no es la primera vez que pasa. Solucionado. Solo han sido unos segundos. Pero hay algo que no va bien. Empiezas a darte cuenta que quizás sea algo más grave. Pasa el día. Ninguna alarma más, pero al día siguiente... vuelven a aparecer esas letras rojas. La cosa se complica. Esto ya no es normal. Intentas solucionarlo y parece que lo has conseguido. Transcurre el tiempo y crees que todo va bien, pero la maldita señal de alarma vuelve a saltar. La desesperación crece dentro de ti y se desparrama como si fuera una bomba racimo. Te llega el temblor a todas las zonas del cuerpo. No es miedo. No es pena. Es rabia. Adrenalina apareciendo rápidamente como el sudor que perla tu frente. Unas cosquillas trepan por tu espalda. La espina dorsal se estremece y tu corazón bombea sangre con todas sus fuerzas. Se tensan los músculos y tu rostro se contorsiona en un gesto de furia. Vuelven a aparecer las letras rojas. Se complica la cosa. Parece que la solución pasa por un camino drástico. Al menos voy a actualizar mi blog y leer el de mis amigos. Pero es demasiado tarde... ya no puedes entrar en Internet. El virus se desarrolla rápidamente. Solo queda una solución: salvar documentos y programas y formatear el disco duro. Llamo a mi amigo el Capitán Planeta y le pido el favor de publicar esta entrada en su casa.


Espero solucionar el problema lo antes posible, queridos amigos. Le doy las gracias a mi querido Capitán Planeta y la enhorabuena al creador del virus, pues ha conseguido su objetivo.

sábado, 8 de diciembre de 2007

La Cieguecita

Apoyado en la reja se dejaba llevar. Don Francisco había terminado su parte y la capilla olía a pintura. Al fin estaba concluida. La contemplaba sorprendido por su belleza. A veces dudaba. Había tardado dos años en realizar todo el conjunto pero Ella... Ella era preciosa. Dudaba si había sido realmente obra suya o si Dios había intervenido para crearla a través de sus manos. Ya había escuchado comentarios de personas que habían tenido la oportunidad de verla... “para la belleza de esta efigie parece le ayudó con la suya la que es dueña de la gracia”, solían decir, o “es tan bella, que con la modestia y gravedad, devoción y hermosura, vivifica las almas de quien la mira”.

Recordaba todo lo ocurrido en Sevilla en aquellos días. El culto y la devoción a la Inmaculada eran muy intensos y sentidos por el pueblo. Desde principios del siglo se formaron numerosas asociaciones religiosas que rendían culto a la Concepción Purísima de la Virgen y, por ello, en 1604, el Arzobispo de Sevilla instituyó el 8 de Diciembre como día de precepto en honor a la Inmaculada, consagrándose así su devoción de forma profunda en el sentir local, devoción que aumentó considerablemente con el paso de los años. Pero sabía que el detonante había surgido el 8 de septiembre de 1613, cuando un fraile dominico defendió en su sermón que María “había sido concebida como ustedes y como yo y como Martín Lutero”. La postura del predicador dominico y de sus hermanos de religión, que se negaban a comenzar los sermones con la invocación que ya empezaba a generalizarse, “Bendita sea la Inmaculada Concepción...”, indignó a la ciudad y el pueblo sacó unas coplas contra el predicador dominico que recordaba bien.

Aunque le pese a Molina
Y a los frailes de Regina,
Al prior y al provincial,
Y al padre de los anteojos,
Sacados tenga los ojos,
María fue concebida,
Sin Pecado Original.




Pero la lucha fue más allá y no sólo se quedó en una chanza. Mateo Vázquez de Leca, canónigo y arcediano de Carmona, al que conocía bien tras su encargo del Cristo de la Clemencia, y Bernardo del Toro, se trasladaron a la corte, que se hallaba en Valladolid, para convencer a Felipe III que tomara parte en el asunto. El rey puso de su parte todo lo posible para que se proclamara el dogma y favoreció y apoyó el viaje a Roma de los dos comisionados sevillanos. El dogma no se definió, aunque se concedió plena libertad para seguir la opinión pía. Esto fue suficiente para que al recibirse en Sevilla, en octubre de 1617, la bula papal, se desbordara el entusiasmo, con repique, luminarias, novenas y celebraciones religiosas, certámenes literarios, corridas de toros y otros festejos. Desde entonces la imagen de La Inmaculada se había convertido en una bandera que enarbolar.

Se acordaba del momento en que contrató la obra. Hacía tan solo tres años, en 1628. Los patronos de la capilla, doña Jerónima Zamudio y don Francisco Gutiérrez de Molina, habían conocido las dos obras anteriores, dos bellas Inmaculadas que había tallado. Una de ellas para la parroquia del Pedroso, en 1606, y otra en 1625 para el Convento de Santa Clara. Don Francisco y doña Jerónima querían una Inmaculada para su capilla que tuviera similares características y que se ajustara a las opiniones que luego dejará don Francisco Pacheco por escrito, cuyo punto de partida se halla en la versión narrada por Juan en el Apocalipsis. Pero había conseguido superarse a sí mismo. La policromía corría a cargo de don Francisco Pacheco y don Baltasar Quintero, que fueron contratados el mismo año. Había trabajado otras veces con Pacheco, lo conocía y eran buenos amigos. También conocía a su yerno, un pintor envidiable que se acababa de marchar a la Corte, donde se había convertido en pintor del rey Felipe IV. El joven don Diego, con el que también mantenía buenas relaciones.


Recordaba paso a paso como había ido creando aquella maravilla que ahora bajaba la mirada, sin poder mirarle a los ojos. La contemplaba apoyado sobre su hombro, que comenzaba a entumecerse, y sentía el frío de la reja atravesar el jubón. Aunque al mirar a su rostro un escalofrío le recorría el cuerpo. Tal vez fuera aquella Catedral de techos altos y oscuridad eterna. Se irguió y dio unos pasos atrás hasta encuadrar su talla. Era magnífica. Grave, solemne, delicadísima de facciones, mostrando un intenso recogimiento interior, de actitud recatada, patente en la mirada y en la elegante disposición de las manos, que apenas se rozan en la punta de los dedos. Había resuelto de manera extraordinaria el equilibrio, gracias al giro de cabeza hacia la derecha y las manos hacia la izquierda, que además, indicaban movimiento. Recordó cómo había realizado todo el proceso. La iba desbastando y estaba abultada para irla perfeccionando. Poco a poco. Casi mimándola. Acariciándola con la gubia. Empezaba a pensar que Dios había tenido algo que ver en tanta perfección. Tenía especial apego a un ideal de belleza lleno de equilibrio que se traduce en actitudes serenas, pero provistas de una gran fuerza interior que las hace verosímiles. Aunque en esta ocasión era una obra más humana, que se acerca al pueblo, que se relaciona con el pueblo, la Virgen María fue humana, de carne y hueso, y era eso lo que quería representar. Y lo había conseguido. Tan solo le faltaba hablar. Bajando su mirada recatadamente, como era costumbre en las jóvenes de la época, que no debían mirar fijamente a los caballeros. Sonrió. Era una joven bellísima.

Sintió una mano en el hombro y se giró sobresaltado. Era don Francisco Pacheco. Le sonreía. Estaba tan embobado con su creación que no le había escuchado llegar.
- Es magnífica amigo. Posee una iconografía perfectamente estudiada. Hay en esta escultura un perfecto equilibrio entre el mensaje a representar y la materia que lo exhibe. Nada falta y nada sobra. Representada con 15 años de edad, aparece sobre escabel de nubes con tres ángeles querubines, símbolo de la Trinidad, y la luna en cuarto. Las doce estrellas que coronan su cabeza es emblema de unión entre el Antiguo y el Nuevo Testamento: las doce tribus de Israel y los doce Apóstoles. La policromía escogida es el blanco y azul. El blanco simboliza la pureza, pura y sin mancha, y el azul, el universo como manto.

La voz de don Francisco sonaba achacosa, tal vez por la inhalación continua de los malos humos de pinturas y barnices, o tal vez por el peso de sus 67 años. El viejo pintor le sonrió.
- ¿Vamos o prefiere vuesa merced quedarse a contemplar su obra?
- Ahora voy don Francisco. Adelántese vos.


Se acercó hasta el borde de la capilla. La reja estaba abierta. Entró hasta situarse bajo la mirada esquiva de aquella Madre de Dios que había creado con sus manos. “Para la belleza de esta efigie parece le ayudó con la suya la que es dueña de la gracia”. El silencio le envolvía ruidosamente. Entonces bajó la mirada y se contempló sus manos... ¿le habría ayudado Dios? Se alejó de su Inmaculada lentamente, sin mirar atrás, mientras el eco titubeante de las velas de la capilla alumbraba el suelo terroso. No sabía don Juan Martínez Montañés, que con el paso del tiempo, la Historia y el Arte acordarían en llamarlo el 'Dios de la Madera', y a su Inmaculada La Cieguecita...

miércoles, 5 de diciembre de 2007

De turrones y mantecados

La vio acercarse, tambaleándose por el temblor del autobús. Se acababa de subir, cargada de bolsas con paquetes envueltos. Iba de un lado a otro, agarrándose como podía a las barras. En cada dedo, amoratados por la presión, una bolsa. Una rebeca se ajustaba como podía al contorno de aquella mujer, de constitución gruesa, que poseía una frente despejada, perlada por el sudor y el esfuerzo, que encabezaba un rostro de edad avanzada, quizás en su séptima década. Llegó como si fuera un borracho al despuntar el alba, dando tumbos:

- Buenah – resolló en un medio suspiro, de alivio al alcanzar el asiento.
- Hola – respondió la muchacha disimulando una sonrisilla de sorna, al comprobar como aquella mujer se acercaba más a un árbol de navidad ambulante que una septuagenaria señora.
- Ojú hija, esto de loh Reyeh me tiene a maltrae. Con lo que me gusta a mi regalá... esto no puede sé. Mira toas lah bolsah que traigo – señaló con la barbilla la gruesa mujer – y ¡mira, mira loh deoh! – instaba la señora mostrándole las marcadas manos, en las cuales se cruzaban las señales rojas de la presión de las asas.
- Es que ya va siendo hora. La Navidad está a la vuelta de la esquina – dijo sonriendo la muchacha.
- ¡¡La Navidá llega ahora anteh que nunca!! – replicó la señora, mediando entre la sorpresa y el disgusto – dehde primeros de octubre hay turrón en el Día. Cuando yo era shica, er portá de Belén se ponía el día de la Inmaculada, y era entonse cuando empesaba la Navidá. Pero ahora... – y acompañó esas últimas palabras con un movimiento negativo de la cabeza de un lado a otro.
- Eso es el consumismo señora – agregó la muchacha.
- ¡Amo que a mi me guhta mucho la Navidá, lah cosah como son! Pero creo que a esta gente se l’aido de lah manoh lo de vendé. Er tío de lah castañah se pone anteh. Lah luse der Cortinglé cada vé aparesen anteh... ¡oish er Cortinglé! Macuerdo yo cuando ponían unoh muñecoh que se movían y loh shiquilloh delante cantando... ¡ay! ¿cómo era eso?...
- ¿Cortilandia?
- ¡¡ESO!! Ahora que cuando yo era shica eso no existía ni ná. Ni el tío gordo ese de rojo y blanco.
- Papa Noel.
- ¡¡Ese!! Eso e de los americanoh. Aquí de toa la vida han sio loh Treh Reyeh Magoh. Y así vengo yo hija. Cargaíta. Pero dehpué le ve una la carita a loh shiquilloh... ¡y le dá una alegría! Y eso que la paguita que ma quedao e una miseria. A mi me debía tocá la lotería, la que le tocó el año pasao ar Der Nido – la muchacha se encogió de hombros, observando a la señora con gesto contrariado y los ojos abiertos en forma de interrogación – shiquilla er presidente der Sevilla ¡bueno dá iguá! A mi es que me tira má er Sevilla sabeh hija, pero miarma tengo dos hijoh der Beti y dos der Sevilla, así que tampoco puedo... tu sabeh. Lo que pasa que mi mario era der Sevilla... – la muchacha le sonrió, mientras el autobús seguía su curso.
- No puede usted decantarse de un lado o de otro ¿no?, ¿tiene que equilibrar la situación?
- ¡Eso é!, pa que no se enfade nadie hija... ¿tú no ereh daquí no?
- Yo no. Estoy estudiando aquí, pero cuando termine los exámenes vuelvo a mi ciudad. Soy de Salamanca.
- Ya lo desía yo... ‘que bien habla esta shiquilla, tiene que sé de por ahí’ – le sonrió la señora. La muchacha contemplaba los ojos de la señora, que desvelaban los setenta y pico años debía tener, aunque rebosaba vida.
- Estoy estudiando aquí con una beca.
- Aro. Mira que bien. Y vuerve pa Navidá a tu casa ¿no?, como er del anuncio der turrón – la muchacha sonrió.
- Claro.
- Eso e mu típico de la Navidá. Er turrón y los mantecaoh. Yo ya he comprao mantecaoh, porque mi nieta se va de viaje y está vendiendo. Loh der Patriarca. Estan mu bueno, pero yo no me loh como tó, que ademá tengo asuca... y ya mihmo está aquí la Noshebuena, y ¡noh pegamoh un lote de comé!... pero bueno, pa eso e Navidá, que ya mihmo hay que cogé la pandereta y cantá villansicoh. Y luego lah uva... y cuando te venga dá cuenta loh Reyeh. Menoh má que yo ya he comprao los regaloh – el autobús avanzaba de parada en parada y se acercaba al destino de la muchacha.



- La siguiente es la mía.
- Po mu bien. Oye estoy dándole vuerta... ¿tú como sabíah lo de loh muñecoh der Cortinglé?
- Porque en Salamanca también había un Corteinglés – le sonrió cariñosamente la muchacha.
- Yo ehque no he estao nunca en Salamanca hija. Con loh viejoh fui a Galisia, con lo del Inserso, pero a Salamanca no he io toavía. Pa que vea que la Navidá llega a tó laoh – la muchacha se levantó y solicitó la parada.
- Bueno señora, encantada. Yo me bajo aquí. Que lo pase usted muy bien en las Navidades y no coma muchos mantecados.
- A mí me guhtan musho loh mojonsito de perro, pero er turrón me vuerve loca. Bueno hija, que paseh unah felise fiehtah – le sonrió amablemente la señora. La muchacha se quedó mirándola y le ofreció una amplía sonrisa.
- Igualmente. Adiós – dijo mientras se abrían las puertas del autobús.
- Adioh miarma – se despidió la señora alzando la mano.
- Buenoh díah, o buenah tardeh ya – escuchó a su lado la de las bolsas, que aún no se había vuelto de despedir a la muchacha, cuando el sitio lo ocupó una señora de avanzada edad que se había subido en la misma parada en la que la joven se había apeado. La nueva inquilina del asiento venía cargada de paquetes y... bolsas.
- Buenah tardeh... loh regaloh pa loh Reyeh ¿no?
- Digo. Vengo molía... pero con lo que me guhta a mi regalá - la señora que había conocido a la muchacha le sonrió con sorpresa.
- ¡Y a mí!


La Navidad está cerca... ¿o ya ha llegado? Siempre he dicho que cuando aparece “Last Christmas” de Wham! en la radio o “En la Puerta del Sol” de Mecano, la Navidad ya ha llegado... ¿qué más cosas forman la Navidad?, ¿cuáles son los elementos y detalles que la completan?, ¿os gusta la Navidad?, ¿Reyes Magos o Papa Noel?, ¿árbol o Belén?, ¿lotería o participación?, ¿”Last Christmas” o “En la Puerta del Sol”?, ¿SMS o crismas?, ¿turrones o mantecados? ...como siempre os ofrezco una buena jarra de agua fresca... y en esta ocasión hay que bajar los turrones o los mantecados.

lunes, 3 de diciembre de 2007

El Hundimiento

Ya estamos a cuatro puntos de la salvación...



¿Se consumó ayer el hundimiento?, ¿que opináis de la elección de Paco Chaparro como nuevo entrenador?, ¿es justo que se coma el marrón o es la persona ideal?, ¿seguirá el Betis B con su proyección o bajará el rendimiento? ...y lo más importante ¿nos salvaremos?

Ayudadme a salir de este pozo de angustia verdiblanca. Echaos un trago...